Entremear é viver a experiência do entremeio, do que está entre a memória e a descoberta. Por uma estética da descoberta nos intervalos. Pela pesquisa e vivência do gosto. Viver e outros prazeres; viagem e outras artes; entretenimentos e outras polêmicas.
sábado, 31 de dezembro de 2011
A Gift from Roberta - E.A. Poe
Don Quijote de la Mancha para terminar 2011
Ilustração de Salvador Dalí
"Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba bien cerca, lo que eran..."
Moinho de vento na cidade de Consuegra
O último dia do ano me traz bons auspícios para entremeios do Don Quijote de Cervantes.Há 3 anos conheci, situado em Montmartre (Paris), o pequeno Museu Salvador Dalí, que abriga os originais dos desenhos do artista de Figuerés a respeito das aventuras do fidalgo de La Mancha; um deles abre com altivez esta postagem. Já a fotografia registra minha particular e mais recente experiência na cidade manchega de Consuegra, em um dos seus 11 enevoados moinhos de vento.
Da rica edição do Quijote ilustrada por Dalí compartilho com os leitores alguns trechos memoráveis:
"Advierte, Sancho - dijo Don Quijote -, que el amor ni mira respetos ni guarda términos de razón en sus discursos, y tiene la misma condición que la muerte: que así acomete los altos alcázares de los reyes como las humildes chozas de los pastores, y cuando toma entera posesión de una alma, lo primero que hace es quitarle el temor y la vergüenza..." (II, Cap. 58, Don Quijote y Sancho).
"¡Oh, santo Dios! - dijo a este tiempo dando una gran voz Sancho - ¿Es posible que tal hay en el mundo, y que tengan en él tanta fuerza los encantadores y encantamentos, que hayan trocado el buen juicio de mi señor en una tan disparatada locura? ¡Oh señor, señor, por quien Dios es que vuestra merced mire por sí, y vuelva por su honra, y no dé crédito a esas vaciedades que le tienen menguado y descabalado el sentido!" (II, Cap. 23, Dulcinea Encantada).
"...se arrojó del lecho, con intención de cerrar la puerta y no dejar entrar a la señora Rodríguez; mas cuando la llegó a cerrar, ya la señora Rodríguez volvía, encendida una vela de cera blanca, y cuando ella vio a don Quijote de más cerca, envuelto en la colcha, con las vendas, galocha o becoquín, temió de nuevo, y retirándose atrás como dos pasos, dijo:
- ¿Estamos seguras, señor caballero? Porque no tengo a muy honesta señal haberse vuestra merced levantado de su lecho.
- Eso mesmo es bien que yo pregunte, señora - respondió don Quijote -; y así, pregunto si estaré yo seguro de ser acometido y forzado.
- ¿De quién o quién pedís, señor caballero, esa seguridad? - respondió la dueña.
- A vos y de vos la pido - replicó don Quijote -; porque ni yo soy de mármol ni vos de bronce, ni ahora son las diez del día, sino media noche, y aun un poco más, según imagino, y en una estancia más cerrada y secreta que lo debió ser la cueva donde el traidor y atrevido Eneas gozó a la hermosa y piadosa Dido. Pero dadme, señora, la mano, que yo no quiero otra seguridad mayor que la de mi continencia y recato, y la que ofrecen esas reverendísimas tocas.
Y diciendo esto, besó su derecha mano, y le asió de la suya, que ella le dio con las mesmas ceremonias..." (II, Cap. 48, Historia de Doña Rodríguez).
"- ¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo! Señor gobernador de mi ánima, este mal hombre me ha cogido en la mitad des e campo, y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera trapo mal lavado, y, ¡desdichada de mí!m me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veinte y tres años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y extranjeros, y yo, siempre dura [...] conservándome entera [...] para que este buen hombre llegase ahora con sus manos limpias a manosearme.
- Aun eso está por averiguar: si tienes limpias o no las manos este galán - dijo Sancho.
Y volviéndose al hombre, le dijo qué decía y respondía a ;a querella de aquella mujer. El cual, todo turbado, respondió:
- Señores, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía deste lugar de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos [...] volvía a mi aldea, topé en el camino a esta buena dueña, y el diablo, que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que yogásemos juntos; paguéle lo soficiente, y ella, mal contenta, asió de mí, y no me ha dejado hasta traerme a este puesto. Dice que la forcé, y miente, para el juramento que hago o pienso hacer; y ésta es toda la verdad, sin faltar meaja.
Entonces el gobernador le preguntó si traía consigo algún dinero en plata; él dijo que hasta veinte ducados tenía en el seno, en una bolsa de cuero. Mandó que la sacase y se la entregase, así como estaba, a la querellante; él lo hizo temblando; tomóla la mujer...
Apenas salió, cuando Sancho dijo al ganadero, que ya se le saltaban las lágrimas, y los ojos e el corazón se iban tras su bolsa:
- Buen hombre, id tras aquella mujer, y quitadle la bolsa, aunque no quiera, y volved aquí con ella.
[...]
- ¡Justicia de Dios y del mundo! Mire vuestra merced, señor gobernador, la poca vergüenza y el poco temor deste desalmado, que en mitad de poblado y en mitad de la calle, me ha querido quitar la bolsa que vuestra merced mandó darme.
- Y ¿háosla quitado? - preguntó el gobernador.
- ¿Cómo quitar? - respondió la mujer -. Antes me dejara yo quitar la vida que me quiten la bolsa. ¡Bonita es la niña! ¡Otros gatos me han de echar a las barbas, que no este desventurado y asqueroso! [...]
Entonces el gobernador dijo a la mujer:
- Mostrad, honrada y valiente, esa bolsa.
Ella se la dio luego, y el gobernador se la volvió al hombre, y dijo a la esforzada y no forzada [destaque meu]:
- Hermana mía, si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa le mostrárades, y aun la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con Dios, y mucho de enhoramala, y no paréis en toda esta ínsula ni en seis leguas a la redonda, so pena de docientos azotes..." (II, Cap. 45, Juicios de Sancho).
sexta-feira, 30 de dezembro de 2011
Italiani si Nasce! En Sevilla.
Nas nossas andanças em Sevilla, Roberta e eu encontramos um endereço imprevisível, com uma porta entreaberta e vários prenúncios... o Maccheroni & Co, que fica na Garcia de Vinuesa, uma rua estreita que más allá encontra a Catedral. Esse autêntico ristorante italiano, do qual nenhum guia de Sevilla parece dar conta, surpreendeu-nos multiplamente. Tudo ali nos oferece o ambiente descontraído da cozinha italiana, desde os ingredientes e as incríveis técnicas de sabor até o serviço franco e alegre. Algo que realçou a cativante austeridade andaluza de tantos outros bares de tapa e restaurantes sevillanos encontrados ao acaso pelas ruas. Complementar expectativas com descobertas é um dos grandes encantos de viajar. E, só em um cosmopolitismo sedutor como o de Sevilla, é possível experimentar esta Itália gastronômica de rica memória e irrepetível surpresa: Italiani si Nasce, diz o slogan do Maccheroni; ao que acrescento: en Sevilla...
Nas fotos alguns demonstrativos de cores e sugestões de incríveis sabores, complementados por um muy rico vinho da casa. O fato de serem pratos simples e tradicionais acentua a surpresa.
quarta-feira, 28 de dezembro de 2011
Jazz de Bill Evans
E, em homenagem ao post anterior, uma amostra do Bill Evans Trio. Waltz for Debby:
5 Jazz Albums
Para quem gosta de Jazz, vão aqui alguns entremeios dos meus discos favoritos, apresentados em ordem cronológica:
1. Kind of Blue (1959), de Miles Davis. O disco, por certo, não é só de Davis. Reúne ninguém menos que Bill Evans (piano), John Coltrane (sax), Paul Chambers (baixo), "Cannonball" Adderley (sax) e Jimmy Cobb (bateria). O que mais dizer de Kind of Blue, o despretensioso álbum dirigido por Miles Davis que se tornaria o disco mais vendido da história do Jazz e paradigma na história de toda a música... há muito a dizer, e muito já se disse. Para mim fica o destaque da introdução e dos solos de piano de Evans em Blue in Green, de uma elegância inigualável. A canção é quase um dueto entre Evans e Davis - já se especulou, aliás, que o próprio Evans teria escrito a música, o que não me estranharia, considerado o estilo. Devo citar também o trompete entrecortado e poderoso de Davis - e de novo os bons solos de piano - em Freddie Freeloader. Um álbum espetacular, que toda síntese reduziria; uma clara manifestação, que deve muito a Evans, do estilo modal jazz, o meu favorito, a propósito.
2. Sunday at the Village Vanguard (1961), do Bill Evans Trio. Esse disco foi gravado ao vivo e tem Evans no piano, o inovador Scott la Faro no baixo e Paul Motian na bateria. Um álbum precioso, que mostra uma integração incrível - já se disse telepática - entre três músicos. Não escondo minha preferência pelo estilo particular de Bill Evans. Destaque para Gloria's Step (que não recomendo em tardes de domingo) e Jade Visions, de uma força expressiva genial.
3. Our Man in Paris (1963), de Dexter Gordon. O álbum de Dexter Gordon gravado em Paris. Aqui expresso meu gosto particular pelo disco e por esse importante saxofonista, apontado como representante do bebop, mas que experimentou muita coisa mais. Participaram das gravações o pianista Bud Powell, o baixista Pierre Michelot e o baterista Kenny Clarke. O disco contém excelentes interpretações de clássicos do bebop, como Scrapple from the Apple, de Charlie Parker (o "Bird"), e a multigravada A Night in Tunisia, de Dizzy Gillespie - os dois (Parker e Gillespie), como se sabe, foram os inventores do bop, talvez a maior ruptura da história do Jazz, que guiaria, na década de 1930, os rumos futuros desse gênero.
4. A Love Supreme (1965), de John Coltrane. Coltrane (sax), McCoy Tiner (piano), Jimmy Garrison (baixo) e Elvin Jones (bateria). Esse álbum é dividido em quatro partes - Acknowledgement, Resolution, Pursuance e Psalm. Trata-se de um experimentalismo muito bem sucedido, com a mescla de diversos estilos. Inovador e de intensa profundidade. Coltrane é comumente inserido no hard bop ou, com mais frequência, no free jazz, mas seria temerário reduzir toda a sua produção a uma ou outra tendência. Não sou muito simpático ao free jazz - Ornette Coleman, por exemplo, não me apetece -, mas Coltrane está no meu quadro, e isso talvez diga alguma coisa. Serious music, very serious music, disse W. Marsalis sobre John Coltrane; bem compreendido, é isso aí.
5. White Blues, de Chet Baker. Esse disco reúne gravações instrumentais de Chet Baker em 1962 ("Italian Sessions") e de 1983 e 1986. Baker é o nível maior de elegância no trompete; o autêntico cool jazz ricamente perdurado. Não existirá contraste mais agudo entre uma vida tão conturbada e trágica e uma música tão suave e serena. Mas quem poderá cogitar da influência recíproca entre uma coisa e outra? De todo modo, a trajetória musical desse trompetista registrou, talvez, as mais belas frases saídas de um instrumento de sopro na história do Jazz. É a minha visão pessoal, claro; gosto muito de receber essa música na alma. Ainda não escutei as Complete Legendary Sessions de Chet Baker e Bill Evans, lançada em 2010, mas essa parceria me prediz grandes descobertas.
1. Kind of Blue (1959), de Miles Davis. O disco, por certo, não é só de Davis. Reúne ninguém menos que Bill Evans (piano), John Coltrane (sax), Paul Chambers (baixo), "Cannonball" Adderley (sax) e Jimmy Cobb (bateria). O que mais dizer de Kind of Blue, o despretensioso álbum dirigido por Miles Davis que se tornaria o disco mais vendido da história do Jazz e paradigma na história de toda a música... há muito a dizer, e muito já se disse. Para mim fica o destaque da introdução e dos solos de piano de Evans em Blue in Green, de uma elegância inigualável. A canção é quase um dueto entre Evans e Davis - já se especulou, aliás, que o próprio Evans teria escrito a música, o que não me estranharia, considerado o estilo. Devo citar também o trompete entrecortado e poderoso de Davis - e de novo os bons solos de piano - em Freddie Freeloader. Um álbum espetacular, que toda síntese reduziria; uma clara manifestação, que deve muito a Evans, do estilo modal jazz, o meu favorito, a propósito.
2. Sunday at the Village Vanguard (1961), do Bill Evans Trio. Esse disco foi gravado ao vivo e tem Evans no piano, o inovador Scott la Faro no baixo e Paul Motian na bateria. Um álbum precioso, que mostra uma integração incrível - já se disse telepática - entre três músicos. Não escondo minha preferência pelo estilo particular de Bill Evans. Destaque para Gloria's Step (que não recomendo em tardes de domingo) e Jade Visions, de uma força expressiva genial.
3. Our Man in Paris (1963), de Dexter Gordon. O álbum de Dexter Gordon gravado em Paris. Aqui expresso meu gosto particular pelo disco e por esse importante saxofonista, apontado como representante do bebop, mas que experimentou muita coisa mais. Participaram das gravações o pianista Bud Powell, o baixista Pierre Michelot e o baterista Kenny Clarke. O disco contém excelentes interpretações de clássicos do bebop, como Scrapple from the Apple, de Charlie Parker (o "Bird"), e a multigravada A Night in Tunisia, de Dizzy Gillespie - os dois (Parker e Gillespie), como se sabe, foram os inventores do bop, talvez a maior ruptura da história do Jazz, que guiaria, na década de 1930, os rumos futuros desse gênero.
4. A Love Supreme (1965), de John Coltrane. Coltrane (sax), McCoy Tiner (piano), Jimmy Garrison (baixo) e Elvin Jones (bateria). Esse álbum é dividido em quatro partes - Acknowledgement, Resolution, Pursuance e Psalm. Trata-se de um experimentalismo muito bem sucedido, com a mescla de diversos estilos. Inovador e de intensa profundidade. Coltrane é comumente inserido no hard bop ou, com mais frequência, no free jazz, mas seria temerário reduzir toda a sua produção a uma ou outra tendência. Não sou muito simpático ao free jazz - Ornette Coleman, por exemplo, não me apetece -, mas Coltrane está no meu quadro, e isso talvez diga alguma coisa. Serious music, very serious music, disse W. Marsalis sobre John Coltrane; bem compreendido, é isso aí.
5. White Blues, de Chet Baker. Esse disco reúne gravações instrumentais de Chet Baker em 1962 ("Italian Sessions") e de 1983 e 1986. Baker é o nível maior de elegância no trompete; o autêntico cool jazz ricamente perdurado. Não existirá contraste mais agudo entre uma vida tão conturbada e trágica e uma música tão suave e serena. Mas quem poderá cogitar da influência recíproca entre uma coisa e outra? De todo modo, a trajetória musical desse trompetista registrou, talvez, as mais belas frases saídas de um instrumento de sopro na história do Jazz. É a minha visão pessoal, claro; gosto muito de receber essa música na alma. Ainda não escutei as Complete Legendary Sessions de Chet Baker e Bill Evans, lançada em 2010, mas essa parceria me prediz grandes descobertas.
sexta-feira, 23 de dezembro de 2011
Raymond Chandler e "The Long Goodbye"
The Long Goodbye (O Longo Adeus - 1953), de Raymond Chandler, é o melhor romance policial que já se escreveu. Decisivo, por certo, para firmar o norte-americano como meu autor preferido do Século XX nesse gênero; o que é muito, considerando que se trata do meu gênero maior - e não há maior tolice que tentar classificá-lo como um gênero menor. Apesar disso, O Longo Adeus, como os demais romances de Chandler, só é encontrável na nossa língua em edição de bolso, da L&PM. Uma lacuna terrível; aliás, a própria LP&M, como fez com os contos de Simenon, poderia dedicar uma edição mais decente aos romances de Chandler.
Há uma adaptação cinematográfica, muito livre, de The Long Goodbye (1973) dirigida por Robert Altman; difícil de convencer a um entusiasta da obra. Todos os romances de Chandler, a propósito, receberam versões cinematográficas. A melhor delas, para mim, é a de Murder, my sweet (1944), sob a direção de Edward Dmytryk; curiosa essa minha preferência, porque o romance adaptado (Farewell, my lovely) foi o de que menos gostei entre os de Chandler (mas todos são muito bons, que fique claro). O caso é que as adaptações dos romances de Chandler para o cinema deixaram muito a desejar, particularmente as dos meus preferidos (The Long Goodbye e The Lady in the Lake; na verdade, a deste último chega a ser ruim). Isso talvez explique o meu sentimento especial quanto ao bom film noir Murder, my sweet ("traduzido" no Brasil para Até à vista, querida). O próprio Chandler, por outro lado, foi um exímio roteirista, e assim o mostra o excelente filme - de Billy Wilder - Pacto de Sangue, como ficou conhecido no Brasil, assim vertido do original Double Indemnity (1944), baseado no romance homônimo de James M. Cain.
A foto é de Chandler e os trechos a seguir são de O Longo Adeus (edição da LP&M, tradução de Flávio Moreira da Costa):
" - Você não está enganando ninguém a não ser você mesmo, Marlowe. Sabe como é que se costuma matar tigres?
- Como saberia?
- Amarra-se um bode num pau fincado e as pessoas se escondem atrás das árvores. Costuma ser complicado para o pobre bode. Gosto de você. Não sei nem por que, mas gosto. Odeio a idéia de vê-lo representando o papel do bode. Você tentou muito fazer as coisas certas... como achava que deveriam ser.
- Gentil da sua parte - disse. - Se coloquei meu pescoço pra fora e ele for cortado, o pescoço continua sendo o meu.
- Não tente ser herói, seu bobo. Só porque alguém que nós conhecemos resolveu cair na vida, você não precisa imitá-lo.
- Convido-a para um drinque se continuar na cidade ainda por algum tempo.
- Convide-me para um drinque em Paris. Paris é adorável no outono.
- Gostaria muito. Mas me disseram que é ainda melhor na primavera. Nunca fui, não saberia dizer.
- Do jeito que você anda, nunca chegará a conhecer Paris.
- Adeus, Linda. Espero que encontre o que deseja.
- Adeus - ela disse, friamente. - Sempre encontro o que desejo. Mas quando encontro, não desejo mais."
"Dissemos adeus um ao outro. Vi o táxi desaparecer. Voltei a subir os degraus e fui até o quarto; arrumei a cama. Havia um fio de cabelo comprido e preto no travesseiro. Havia uma massa informe na boca do meu estômago.
Os franceses têm uma expressão para isso. Os desgraçados dos franceses têm uma frase para tudo e estão sempre com a razão.
Dizer adeus é morrer um pouco."
Há uma adaptação cinematográfica, muito livre, de The Long Goodbye (1973) dirigida por Robert Altman; difícil de convencer a um entusiasta da obra. Todos os romances de Chandler, a propósito, receberam versões cinematográficas. A melhor delas, para mim, é a de Murder, my sweet (1944), sob a direção de Edward Dmytryk; curiosa essa minha preferência, porque o romance adaptado (Farewell, my lovely) foi o de que menos gostei entre os de Chandler (mas todos são muito bons, que fique claro). O caso é que as adaptações dos romances de Chandler para o cinema deixaram muito a desejar, particularmente as dos meus preferidos (The Long Goodbye e The Lady in the Lake; na verdade, a deste último chega a ser ruim). Isso talvez explique o meu sentimento especial quanto ao bom film noir Murder, my sweet ("traduzido" no Brasil para Até à vista, querida). O próprio Chandler, por outro lado, foi um exímio roteirista, e assim o mostra o excelente filme - de Billy Wilder - Pacto de Sangue, como ficou conhecido no Brasil, assim vertido do original Double Indemnity (1944), baseado no romance homônimo de James M. Cain.
A foto é de Chandler e os trechos a seguir são de O Longo Adeus (edição da LP&M, tradução de Flávio Moreira da Costa):
" - Você não está enganando ninguém a não ser você mesmo, Marlowe. Sabe como é que se costuma matar tigres?
- Como saberia?
- Amarra-se um bode num pau fincado e as pessoas se escondem atrás das árvores. Costuma ser complicado para o pobre bode. Gosto de você. Não sei nem por que, mas gosto. Odeio a idéia de vê-lo representando o papel do bode. Você tentou muito fazer as coisas certas... como achava que deveriam ser.
- Gentil da sua parte - disse. - Se coloquei meu pescoço pra fora e ele for cortado, o pescoço continua sendo o meu.
- Não tente ser herói, seu bobo. Só porque alguém que nós conhecemos resolveu cair na vida, você não precisa imitá-lo.
- Convido-a para um drinque se continuar na cidade ainda por algum tempo.
- Convide-me para um drinque em Paris. Paris é adorável no outono.
- Gostaria muito. Mas me disseram que é ainda melhor na primavera. Nunca fui, não saberia dizer.
- Do jeito que você anda, nunca chegará a conhecer Paris.
- Adeus, Linda. Espero que encontre o que deseja.
- Adeus - ela disse, friamente. - Sempre encontro o que desejo. Mas quando encontro, não desejo mais."
"Dissemos adeus um ao outro. Vi o táxi desaparecer. Voltei a subir os degraus e fui até o quarto; arrumei a cama. Havia um fio de cabelo comprido e preto no travesseiro. Havia uma massa informe na boca do meu estômago.
Os franceses têm uma expressão para isso. Os desgraçados dos franceses têm uma frase para tudo e estão sempre com a razão.
Dizer adeus é morrer um pouco."
Barcelona gastronômica
Minha experiência mais viva do sabor em Barcelona aconteceu, sem dúvida, no Barrio de El Born (Ciutat Vella). Ali, andando sozinho na Carrer del Comerç 24, descobri o restaurante que leva o nome da rua: o Comerç 24, do chef catalão Carles Abellán, antigo discípulo do famoso Ferran Adrià. A fachada - o restaurante está situado em um antigo comércio de conservas - nem sugere o ambiente interno contemporâneo e intimista. Uma estrela no prestigiado Guide Michelin distingue esse - digamos - bar de tapas estilizado, que incorpora e reiventa algumas das tradições catalãs.
A cozinha é inventiva, baseando-se na tapa - uma instituição espanhola -, reconduzida a interessantes níveis de elegância. O menu degustación tem pelo menos os dois destaques das fotos: o pescado com tinta negra e o tartar de atún. Há uma grande distinção da gastronomia da Espanha de cultivar a estética do sabor e a pesquisa de múltiplas possibilidades gustativas nos produtos da região - vamos abstrair, claro, os lugares-comuns da "espuma" e da "comida para os olhos", que a culinária espanhola não vive disso, apesar das simplificações sempre correntes. O Comerç 24, em particular, surpreende na imprevisibilidade e exuberância dos sabores. Foi também ali que conheci o vino (dulce) Pedro Ximénez de Montilla-Moriles, um dos meus preferidos, o que me encorajou a, já em outra viagem, visitar uma excelente bodega na cidade de Montilla; mas isso é tema para outra conversa.
A cozinha é inventiva, baseando-se na tapa - uma instituição espanhola -, reconduzida a interessantes níveis de elegância. O menu degustación tem pelo menos os dois destaques das fotos: o pescado com tinta negra e o tartar de atún. Há uma grande distinção da gastronomia da Espanha de cultivar a estética do sabor e a pesquisa de múltiplas possibilidades gustativas nos produtos da região - vamos abstrair, claro, os lugares-comuns da "espuma" e da "comida para os olhos", que a culinária espanhola não vive disso, apesar das simplificações sempre correntes. O Comerç 24, em particular, surpreende na imprevisibilidade e exuberância dos sabores. Foi também ali que conheci o vino (dulce) Pedro Ximénez de Montilla-Moriles, um dos meus preferidos, o que me encorajou a, já em outra viagem, visitar uma excelente bodega na cidade de Montilla; mas isso é tema para outra conversa.
quinta-feira, 22 de dezembro de 2011
Ainda sobre a "flânerie" e sua relação com Paris
Baudelaire e Benjamin (em ordem nas fotos) nos falam sobre a flanêrie, que associo sempre a uma atitude de viajar na cidade grande:
"A multidão é o seu domínio, como o ar é do pássaro e o mar, do peixe. Ele tem uma paixão e um credo: esposar a multidão. Para o perfeito flâneur, para o observador apaixonado, é um imenso prazer fixar residência na multiplicidade, em tudo que se agita e se move, evanescente e infinito: você não está em casa, mas se sente em casa em toda parte; você vê todo mundo, está no centro de tudo, mas permanece escondido de todos - e esses são apenas alguns dos pequenos prazeres dessas mentes independentes, apaixonadas e imparciais que a linguagem mal pode definir. O observador é um príncipe disfarçado que colhe prazeres em todos os lugares [...] O diletante da vida entra na multidão como um imenso reservatório de eletricidade."
(Charles Baudelaire - trad. de Reinaldo Moraes)
Como não lembrar de O Mistério de Marie Roget, de Edgar Allan Poe? Aqui ele trata exatamente da supressão dos vestígios do indivíduo na cidade grande. Sem falar da referência, mais óbvia, a O homem na multidão, também do norte-americano.
Agora a visão de Walter Benjamin:
"O flâneur é criação de Paris. Espanta é que não seja de Roma. Mas talvez em Roma até mesmo os devaneios tenham de se mover por ruas bem pavimentadas demais. E não seria a cidade muito cheia de templos, praças confinadas e santuários nacionais para poder ingressar integralmente nos devaneios do passante, junto com cada pedra de calçamento, cada placa de loja, cada lance de escada, cada portal? As grandes reminiscências, os frissons históricos - isso não passa de entulho para o flâneur, que deixa tudo de bom grado para o turista. O flâneur também trocaria de bom grado todo o seu conhecimento sobre os bairros de artistas, locais de nascimento e palácios principescos pelo cheiro de uma única soleira de porta exposta às intempéries ou pelo toque de um único azulejo - coisa que qualquer cão velho carrega consigo. Muito disso deve ter a ver com o caráter do romano. Pois não são os estrangeiros, mas eles mesmos, os parisienses, que fizeram de Paris a Terra Prometida dos flâneurs, uma 'paisagem feita de gente viva', como Hofmannsthal chamou-a uma vez. Paisagem - é isso que a cidade se torna para o flâneur. Ou, mais precisamente, a cidade se divide em dois pólos dialéticos. Torna-se uma paisagem que se abre para ele e uma sala de estar que o encerra." (preferimos utilizar a referência de E. White, traduzida por Reinaldo Moraes; o ensaio completo de Benjamin, O flaneur, pode ser conferido no terceiro volume das suas Obras escolhidas, editada pela Brasiliense, que padece, entretanto, de uma inexplicável omissão no texto citado).
Mas nem veja o leitor aí qualquer postura reducionista da minha parte. Trata-se apenas de uma atitude experimental na cidade grande. A viagem tem outras facetas, dependendo de para onde se vá, o que ainda será assunto para outras conversas.
"A multidão é o seu domínio, como o ar é do pássaro e o mar, do peixe. Ele tem uma paixão e um credo: esposar a multidão. Para o perfeito flâneur, para o observador apaixonado, é um imenso prazer fixar residência na multiplicidade, em tudo que se agita e se move, evanescente e infinito: você não está em casa, mas se sente em casa em toda parte; você vê todo mundo, está no centro de tudo, mas permanece escondido de todos - e esses são apenas alguns dos pequenos prazeres dessas mentes independentes, apaixonadas e imparciais que a linguagem mal pode definir. O observador é um príncipe disfarçado que colhe prazeres em todos os lugares [...] O diletante da vida entra na multidão como um imenso reservatório de eletricidade."
(Charles Baudelaire - trad. de Reinaldo Moraes)
Como não lembrar de O Mistério de Marie Roget, de Edgar Allan Poe? Aqui ele trata exatamente da supressão dos vestígios do indivíduo na cidade grande. Sem falar da referência, mais óbvia, a O homem na multidão, também do norte-americano.
Agora a visão de Walter Benjamin:
"O flâneur é criação de Paris. Espanta é que não seja de Roma. Mas talvez em Roma até mesmo os devaneios tenham de se mover por ruas bem pavimentadas demais. E não seria a cidade muito cheia de templos, praças confinadas e santuários nacionais para poder ingressar integralmente nos devaneios do passante, junto com cada pedra de calçamento, cada placa de loja, cada lance de escada, cada portal? As grandes reminiscências, os frissons históricos - isso não passa de entulho para o flâneur, que deixa tudo de bom grado para o turista. O flâneur também trocaria de bom grado todo o seu conhecimento sobre os bairros de artistas, locais de nascimento e palácios principescos pelo cheiro de uma única soleira de porta exposta às intempéries ou pelo toque de um único azulejo - coisa que qualquer cão velho carrega consigo. Muito disso deve ter a ver com o caráter do romano. Pois não são os estrangeiros, mas eles mesmos, os parisienses, que fizeram de Paris a Terra Prometida dos flâneurs, uma 'paisagem feita de gente viva', como Hofmannsthal chamou-a uma vez. Paisagem - é isso que a cidade se torna para o flâneur. Ou, mais precisamente, a cidade se divide em dois pólos dialéticos. Torna-se uma paisagem que se abre para ele e uma sala de estar que o encerra." (preferimos utilizar a referência de E. White, traduzida por Reinaldo Moraes; o ensaio completo de Benjamin, O flaneur, pode ser conferido no terceiro volume das suas Obras escolhidas, editada pela Brasiliense, que padece, entretanto, de uma inexplicável omissão no texto citado).
Mas nem veja o leitor aí qualquer postura reducionista da minha parte. Trata-se apenas de uma atitude experimental na cidade grande. A viagem tem outras facetas, dependendo de para onde se vá, o que ainda será assunto para outras conversas.
As ruas de Paris e o "flâneur"
A referência turística da Paris de hoje passa muito pelos grands boulevards, projetados pelo Barão Haussmann, na cidade concebida por Napoleão III, com seus palácios e monumentos. A atitude de flanar, porém - uma, aí sim, experiência parisiense - tem o seu autêntico exercício na descoberta das pequenas ruas dessa cidade multiforme e sempre imprevisível.
Abro então este entremeio com trechos de Edmund White, postos no seu O flâneur - Um passeio pelos paradoxos de Paris (edição da Companhia das Letras, traduzida por Reinaldo Moraes), que bem expressam a singularidade da experiência parisiense à margem dos lugares-comuns:
"Mesmo reconstruída e apetrechada com todas aquelas árvores (na maioria plátanos e castanheiros), bancos e quiosques idênticos, Paris ainda assim exerce sobre a pessoa que saiu para perambular a tentação de andar só mais cem metros, e depois mais outros cem. Embora o metrô seja o mais rápido, eficiente e silencioso do mundo, com estações que nunca ficam a mais de cinco minutos a pé de qualquer destino, o visitante se vê sob o encanto do campanário se elevando sobre o casario que vem logo abaixo, e a lojinha de brinquedos da próxima esquina, e da série de portas de antiquários, e daquela pracinha ensombreada.
[...]
A cidade inteira, pelo menos intramuros, pode ser palmilhada de uma ponta a outra do fim da tarde ao começo da madrugada. Talvez seja essa uniformidade superficial - as largas avenidas, os bancos e luminárias que se repetem, sempre idênticos, saídos da mesma fôrma, as cerquinhas de arame, invariavelmente iguais, em torno da base das árvores - o que promove a qualidade insubstancial e onírica de Paris, contribuindo para a impressão de uma paisagem 'desprovida de limites'. Sem barreiras, vai-se resvalando de uma área a outra.
[...]
Não é de espantar, portanto, que Paris, terra de distrações e novidades, seja a grande cidade do flâneur - esse passeador que anda a esmo e se perde na multidão, sem destino, seguindo para onde o capricho ou a curiosidade direcionam seus passos."
Flanar é uma forma de viver o entremeio, projetada na atitude de viajante (não de turista), no sentido de descobrir e de experimentar.
Na foto, o Jardin du Luxembourg, de Robert Doisneau.
Abro então este entremeio com trechos de Edmund White, postos no seu O flâneur - Um passeio pelos paradoxos de Paris (edição da Companhia das Letras, traduzida por Reinaldo Moraes), que bem expressam a singularidade da experiência parisiense à margem dos lugares-comuns:
"Mesmo reconstruída e apetrechada com todas aquelas árvores (na maioria plátanos e castanheiros), bancos e quiosques idênticos, Paris ainda assim exerce sobre a pessoa que saiu para perambular a tentação de andar só mais cem metros, e depois mais outros cem. Embora o metrô seja o mais rápido, eficiente e silencioso do mundo, com estações que nunca ficam a mais de cinco minutos a pé de qualquer destino, o visitante se vê sob o encanto do campanário se elevando sobre o casario que vem logo abaixo, e a lojinha de brinquedos da próxima esquina, e da série de portas de antiquários, e daquela pracinha ensombreada.
[...]
A cidade inteira, pelo menos intramuros, pode ser palmilhada de uma ponta a outra do fim da tarde ao começo da madrugada. Talvez seja essa uniformidade superficial - as largas avenidas, os bancos e luminárias que se repetem, sempre idênticos, saídos da mesma fôrma, as cerquinhas de arame, invariavelmente iguais, em torno da base das árvores - o que promove a qualidade insubstancial e onírica de Paris, contribuindo para a impressão de uma paisagem 'desprovida de limites'. Sem barreiras, vai-se resvalando de uma área a outra.
[...]
Não é de espantar, portanto, que Paris, terra de distrações e novidades, seja a grande cidade do flâneur - esse passeador que anda a esmo e se perde na multidão, sem destino, seguindo para onde o capricho ou a curiosidade direcionam seus passos."
Flanar é uma forma de viver o entremeio, projetada na atitude de viajante (não de turista), no sentido de descobrir e de experimentar.
Na foto, o Jardin du Luxembourg, de Robert Doisneau.
quarta-feira, 21 de dezembro de 2011
Federer vs. Sampras Wimbledon 2001
Nunca terei manifestado com mais entusiasmo a minha admiração por um esportista como o fiz e invariavelmente faço em relação a Roger Federer. A preferência pelo Tênis, claro, influencia esse meu sentimento; mas a elegância, a precisão e a eficiência de Federer na sua arte, além de sua postura profissional, ainda estão para ser vistas nos mais talentosos expoentes dos outros - dos demais - esportes. A alguém poderá parecer que o digo talvez com algum exagero. Dou-me, porém, todo o direito de dizê-lo, com absoluta procedência e conhecimento de causa, aliás.
Cultivo a excentricidade - assim consideram alguns amigos - de assistir a clássicos jogos de tênis. Coleciono alguns DVDs (Deus sabe o que fiz para consegui-los) dessa natureza: os classic matches de Wimbledon. Reservo tardes de sábado ou de domingo para ver essas longas partidas. Compartilha comigo esse hábito o querido amigo Glauco Sobreira, outro entusiasta do tênis, a quem com muito gosto empresto meus discos.
Uma dessas pérolas, sem dúvida, é o Federer vs. Sampras das oitavas de final de Wimbledon 2001, cujos lances finais podem ser conferidos no vídeo que abre este post. Roger, ainda muito novo, talvez nem imaginasse os 16 Grand Slams que viria a ganhar depois. Naquele Wimbledon 2001, o suíço perderia na rodada seguinte, mas a façanha de ganhar do multicampeão Sampras e o jogo completo de Federer já se mostram muito presentes no memorável match. O placar foi 76 57 64 67 75, em 5 sets, portanto. Que maravilha!
terça-feira, 20 de dezembro de 2011
Anthony Zimmer
Há alguns dias vi Anthony Zimmer (2005), o filme policial francês que serviu de cópia para o mais famoso O Turista, estrelado por Angelina Jolie e Johnny Depp.
Antes de tudo, mais uma confirmação de que os franceses sabem fazer filmes policiais - como, aliás, acontece com o romance policial, e no século XX há pelo menos Gaboriau e Simenon para prová-lo -, bem melhor que os desgastados e indigestos enredos de muitos contemporâneos norte-americanos, com notáveis exceções, claro (cito Onde os francos não têm vez, que agora me ocorre); é sintomático, a propósito, que muitos diretores franceses estejam fazendo filmes na América. Sem contar os excelentes policiais rodados na própria França, como o distinto Crimes de autor e a cinebiografia - talvez um tanto sensacionalista, mas muito bem produzida - de Jacques Mesrine, vivido por Vincent Cassel.
Fato é que, mesmo sem grandes pretensões (é um filme de entretenimento), Anthony Zimmer se estria em um roteiro engenhoso e conta com um belo cenário, mas o grande destaque, para mim, é mesmo a femme charmante da foto, Sophie Marceau, em fascinante atuação no papel de Chiara Manzoni. Muito melhor, vale dizer, que o artificialismo sem graça de Jolie em O Turista, em que pese a exuberante beleza da atriz, mal adaptada, porém, à personagem que lhe foi confiada.
Mas não é só nesse ponto que o original supera em muito a tentativa de "remake"; apesar da Veneza de rica fotografia d'O Turista, a Provence francesa, nas praias de Cannes, tomou com mais eficiência o espírito da história. Além disso, O Turista contém uma indisfarçada tentativa de simplificação do enredo (talvez para atender a alguns padrões holywoodianos), encerrando também certo artificialismo e algumas fantasias mal colocadas. Zimmer é mais sombrio e misterioso, mais visceral, mais eficiente no tom e nos efeitos. Naturalmente, o encontro de Anthony Zimmer realça o malogro de O Turista. Zimmer é mais uma das muitas provas de que o entretenimento pode ser feito com bom gosto.
Isso foi só para estimular o interesse pelo filme e, claro, não farei sinopses nem darei detalhes sobre o roteiro. Vale a pena conferir!
Antes de tudo, mais uma confirmação de que os franceses sabem fazer filmes policiais - como, aliás, acontece com o romance policial, e no século XX há pelo menos Gaboriau e Simenon para prová-lo -, bem melhor que os desgastados e indigestos enredos de muitos contemporâneos norte-americanos, com notáveis exceções, claro (cito Onde os francos não têm vez, que agora me ocorre); é sintomático, a propósito, que muitos diretores franceses estejam fazendo filmes na América. Sem contar os excelentes policiais rodados na própria França, como o distinto Crimes de autor e a cinebiografia - talvez um tanto sensacionalista, mas muito bem produzida - de Jacques Mesrine, vivido por Vincent Cassel.
Fato é que, mesmo sem grandes pretensões (é um filme de entretenimento), Anthony Zimmer se estria em um roteiro engenhoso e conta com um belo cenário, mas o grande destaque, para mim, é mesmo a femme charmante da foto, Sophie Marceau, em fascinante atuação no papel de Chiara Manzoni. Muito melhor, vale dizer, que o artificialismo sem graça de Jolie em O Turista, em que pese a exuberante beleza da atriz, mal adaptada, porém, à personagem que lhe foi confiada.
Mas não é só nesse ponto que o original supera em muito a tentativa de "remake"; apesar da Veneza de rica fotografia d'O Turista, a Provence francesa, nas praias de Cannes, tomou com mais eficiência o espírito da história. Além disso, O Turista contém uma indisfarçada tentativa de simplificação do enredo (talvez para atender a alguns padrões holywoodianos), encerrando também certo artificialismo e algumas fantasias mal colocadas. Zimmer é mais sombrio e misterioso, mais visceral, mais eficiente no tom e nos efeitos. Naturalmente, o encontro de Anthony Zimmer realça o malogro de O Turista. Zimmer é mais uma das muitas provas de que o entretenimento pode ser feito com bom gosto.
Isso foi só para estimular o interesse pelo filme e, claro, não farei sinopses nem darei detalhes sobre o roteiro. Vale a pena conferir!
Granada e Lorca
Esta foi a casa de verano do poeta andaluz Federico Garcia Lorca, em Granada. Restaurada e ricamente caracterizada - livros, escrivanias e pinturas, além de desenhos com que Salvador Dalí presenteava o poeta -, a casa abriga hoje o Museo Garcia Lorca, preservando importantes memórias do escritor, graças a informações prestadas pela longeva irmã (que terá vivido, salvo engano, até aos 90 anos), cujo belo retrato adorna a sala de estar. O moço à esquerda da porta principal vem a ser este que vos escreve.
Granada é uma bela cidade cortada por ruelas imprevisíveis e elegantes passeios, com uma mescla interessante (e um tanto confusa para o observador desatento) de influências árabes, judaicas e cristãs - uma característica, é verdade, de toda a Andaluzia, comunidade autônoma de que faz parte aquela cidade (e a província de mesmo nome). Apesar de o destaque ser comumente destinado à opulenta Alhambra, deixo-me por agora na referência, mais distinta, à casa de Lorca e fecho com estes versos escritos ali, de uma obra menos conhecida do poeta, o Romancero Gitano (na foto a edição fac-similada):
SAN MIGUEL (GRANADA)
Se ven desde las barandas,
por el monte, monte, monte, monte,
mulos y sombras de mulos
cargados de girasoles.
Sus ojos en las umbrías
se empañan de inmensa noche.
En los recodos del aire,
cruje la aurora salobre.
Un cielo de mulos blancos
cierra sus ojos de azogue
dando a la quieta penumbra
un final de corazones.
Y el agua se pone fría
para que nadie la toque.
Agua loca y descubierta
por el monte, monte, monte...
domingo, 18 de dezembro de 2011
Ainda Poe
Para mim, entusiasta da literatura e do cinema policiais, é recorrente o exercício do "se não fosse" em relação a Edgar Allan Poe. Que Sherlock Holmes não teria se tornado o que foi (devo dizer que alimento a convicção de que Sherlock realmente existiu), isto é certo. Mas, fora o exemplo dos primitivos métodos do Zadig de Voltaire - que prenunciam de forma muito rudimentar e episódica as deduções de Auguste Dupin e de Holmes -, o que hoje existiria entre nós disto que se convencionou chamar romance policial moderno e todas as suas implicações? Há aqui um ambiente (a cidade grande e o anonimato), uma tipologia de personagem (o investigador particular excêntrico) e alguns métodos dedutivos de pungente originalidade prefigurados em O homem na multidão (no que se refere ao ambiente, em especial) e consolidados n'Os crimes da rua Morgue, em que encontramos Dupin pela primeira vez.
Embora pareça um exercício algo inútil, vale como ponto de partida para a pesquisa da extraordinária influência de Poe para a posteridade. Isso levando em conta especialmente o fascínio que os métodos - inclusive a estrutura narrativa - por ele inventados (um raro exemplo de autêntica originalidade) inspiram até hoje, como dão conta o sucesso do médico Gregory House e a contemporânea revisita a Holmes, para ficarmos só com essas referências.
Poe
Desta vez estou às voltas com os Tales of Mistery and Imagination, em uma bonita edição da "Libros del Zorro Rojo" (Cuentos de Imaginación y Misterio) - que trouxe da minha última viagem à Espanha -, com tradução para o espanhol de Julio Cortázar e ilustrações do irlandês Harry Clarke, como a que abre esta postagem. Descobrir novas edições é uma forma de cultivar redescobertas nas grandes obras.
Aqui vai um registro de alguns instantes desse entremeio:
"Profundamente excitado por el vino, la inesperada interrupción me alegró en vez de sorprenderme. Salí tambaleándome y en pocos pasos llegué al vestíbulo. No había luz en aquel estrecho lugar, y sólo la pálida claridad del alba alcanzaba a abrirse paso por la ventana semicircular. Al poner el pie en el umbral distinguí la figura de un joven de mi edad, vestido con una bata de casimir blanco, cortada conforme a la nueva moda e igual a la que llevaba yo puesta. La débil luz me permitió distinguir todo eso, pero no las facciones del visitante. Al verme, vino precipitadamente a mi encuentro y, tomándome del brazo con un gesto de petulante impaciencia, murmuró en mi oído estas palabras:
- ¡William Wilson!
Mi embriaguez se disipó instantáneamente."
(Do conto William Wilson).
Lembrou-me o curta-metragem do mesmo nome - incluído numa edição chamada Histoires Extraordinaires (1968), que contém a versão cinematográfica de três contos de Poe: além de William Wilson, encontramos Metzengerstein, dirigido por Roger Vadim, e uma livre (muito livre) inspiração de Federico Fellini, chamada Toby Dammit. Dirigido por Louis Malle, William Wilson conta com a interpretação de Brigitte Bardot e de Alain Delon, este encarnando o protagonista. O elenco talvez compense algumas afetações - e adaptações parcialmente mal-sucedidas - presentes no curta; seja como for, escuto ainda a voz de Bardot pronunciando o "William Wilson" repetido no conto.
Outro registro, agora do meu conto preferido, El Escarabajo de Oro, da mesma edição primorosamente traduzida por Cortázar:
"¿Por qué hace tanto tiempo que no lo veo? Supongo que no habrá cometido la tontería de ofenderse por alguna pequeña brusquerie de mi parte. Pero no, es demasiado improbable.
Desde la última vez que nos vimos he tenido sobrados motivos de inquietud. Hay algo que quiero decirle, pero no sé cómo, y ni siquiera estoy seguro de si debo decírselo."
A inquietação de William Legrand e seus impressionantes desdobramentos movimentam todo o fascínio que essa história genial exerce sobre mim a cada vez. Inspiração para uma aventura de Sherlock Holmes, personagem que ainda aparecerá muito por aqui.
"Habitar o Entremeio"
Vejo-me na premência de citar um trecho do Teoria da Viagem, do Michel Onfray, na tradução de Paulo Neves. Está ao serviço de um "prólogo" deste Blog (embora sua inserção como segundo post - ao invés de primeiro - não seja aleatória nem despropositada):
"O primeiro passo instala, de fato, um entremeio que tem a ver com uma lógica especial: não mais no lugar deixado, ainda não no lugar cobiçado. Flutuando, vagamente ligado a duas margens, num estado de ausência de peso espacial e temporal, cultural e social, o viajante penetra no entremeio como se abordasse as costas de uma ilha singular. Cada vez mais longe do seu domicílio, cada vez menos distante da sua destinação, circulando nessa zona branca, neutra, o indivíduo escala ficticiamente uma encosta ascendente, atinge um ponto zenital, para depois iniciar a descida. Vem-se de, vai-se para; acumulam-se os quilômetros que separam da nossa casa; reduzem-se os que nos aproximam da outra. Esse mundo intermediário obedece a leis próprias que ignoram as que regem as relações humanas habituais..."
Apesar da apresentação "científica" (teoria da viagem), este livro oferece uma bela imagem no subtítulo: poética da geografia, algo que será muito praticado por aqui.
Antes de tudo... o "Entremear"
A ocorrência deste "Entremear" compareceu-me há algum tempo, em um capítulo do livro Théorie du voyage (Teoria da viagem), do filósofo francês, assumidamente hedonista, Michel Onfray. Chama-se o capítulo, em português, "habitar o entremeio", como se lê na excelente tradução de Paulo Neves. Essa expressão "entremeio" talvez encerre significados mais ricos e distintos que a original "entre-deux", acaso reduzida a uma dimensão espacial ("espaço entre dois extremos"), embora o Onfray lhe empreste também uma transcendência temporal, que a nossa língua, de todo modo, suporta com mais eficiência ("entremeio", como se há de convir, é melhor que "entre-dois", em português como em francês; a tradução, portanto, superou o original, neste particular).
"Entremeio" é intervalo, intermitência, no espaço e/ou no tempo. Designa, para os nossos propósitos, o meio-tempo, o que está para acontecer com referência ao que já se foi. Para além desse espaço e momento da estética própria da viagem, a expressão alcança a geral atitude de viver, no sentido de cultivar experimentos e prazeres que realmente valham a pena.
Compartilhar essas experiências - com o duplo significado da referência-passado e da descoberta-futuro - é a proposta deste Blog: a vivência do entremeio. Pareceu-me mais próprio, em realce ao movimento, utilizar o verbo ("entremear") e substantivá-lo (o "entremear") para melhor expressão dessa atitude: "entremear" é mais que habitar o entremeio; é praticar e viver o meio-tempo, irrecuperável depois que se converte em algo já acontecido (restando a outra experiência da memória, claro, que também formará parte dessas reflexões e que, de resto, é necessária para a comunicação do entremear).
Pratica-se aqui a estética do desconcerto e do deslumbramento. Os temas podem ser sintetizados nisto que se chama arte (e no seu entorno, já que o território é movediço), mas vão circunstancialmente além, segundo as preferências pessoais deste Editor, para quem se dispuser a compartilhar.
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